viernes, 5 de abril de 2013

El pozo de la vida



Un alegato al positivismo y la esperanza.
                                                 


EL DESPERTAR DE UN LARGO SUEÑO

Hace casi un año que ando perdido, mi existir se desdibujó aquel día  y desde entonces una borrachera, ligera a veces, otras  densa y húmeda adormecen mis sentidos y no me permiten ver con transparencia aquello que  me rodea.
Entre tinieblas, me muevo y con  los días he aprendido a defenderme, a caminar, a  enfrentarme a la existencia y salir ileso de esta agresión, deambular entre esta  oscuridad a tientas, y cuando por ventura un rayo de sol  ilumina el sendero, es tan fuerte e intenso, que su propio brillo distorsiona la realidad y me sume de nuevo en un mundo irreal.
Después fue el deterioro de otros sentidos, mis sentimientos se hicieron duros, metálicos como férrea coraza, y al final mi corazón quedo vacío de otras funciones a excepción de bombear sangre  por el resto de mi cuerpo.
Tiempo después, estos latidos también  fueron disminuyendo, llegando  casi a ser imperceptibles.
El sueño, el cansancio, la pereza, el aburrimiento, el sinsentido que me  rodeaba, me iban  hundiendo en un profundo  letargo, en un sueño impenitente y tenaz.
Una larga hibernación paralizó mi cuerpo, y después la noche, solo la noche, la oscuridad, el largo y profundo sueño, los párpados pesados como el plomo, los pies estáticos y muertos, la respiración cansina y entrecortada, que durante meses me invadió y pudo conmigo.
Y por fin llego la mañana, esa mañana fría, desoladora   y fría, pero que  a la vez traía los primeros halos de vida, con una luz pálida, pero persistente, mis ojos se resistieron a los primeros destellos, parpadearon y volvieron a cerrarse como pesadas  persianas metálicas.
Pero  ese embrión luminoso quedó gravado en mi retina y tras instantes de incertidumbre, y no sin grandes esfuerzos, arrojos físicos, bríos mentales fueron cediendo a ese primer impulso y lentamente fueron abriéndose.
Esa luz cegadora, difusa, opaca, se fue volviendo cálida, a veces y por cortos intervalos traslucida.
La oscuridad abandonó mi mente, el corazón palpitó con energía nuevamente, en mis extremidades el riego sanguíneo activo mis sentidos y tras instantes de adaptación, de nuevo fui capaz de sentir.
Los sentimientos nuevamente eran confusos, contradictorios, mi mente aun  veía entre tinieblas, pero  mi piel volvía a ser cálida y la ligereza era recuperada por mis piernas, el sol alternaba las nubes y una corriente eléctrica activó mi cerebro.
Mis ojos se abrieron bruscamente, de golpe la ventana de mi  habitación se abrió de par en par, una brisa de  fresco aire acarició mi cara y todo mi cuerpo se sintió rejuvenecer.
En las ramas de los árboles cercanos, se veían tallos incipientes  y en la plaza de enfrente, próximos a  la fuente, las flores más tempranas llenaban de color el espacio.
El gorgoreo de algunos pájaros rejuvenecieron mi alma y el fluir monótono de los chorros de agua de la fuente sensibilizaron mi piel, sintiéndome vivo por primera vez después de muchos meses.
Mi primavera vital estaba presente, unos nubarrones  oscurecieron nuevamente el idílico paisaje, pero en mi mente gravada a fuego perduro el germen de la renovación.
Mis entumecidas articulaciones chirriaron, como pesada armadura, pero después de varios intentos, conseguí levantarme y  alejarme de este pesado letargo.
Los nubarrones en el horizonte me dejaban claro que no todo sería  fácil, pero tras la larga oscuridad, tras la desesperación, el congojo, la negatividad; la esperanza, la ilusión, el porvenir se abrían camino, con decisión y alegría.
La lluvia alternando  con el sol, la quietud con el  viento; fueron poniendo mi cuerpo a punto, los rayos de sol alimentaron mi alma y continuas  corrientes eléctricas, devolvieron a mi corazón  su ritmo normal.
La luz volvió a mis ojos, mi piel se torno cálida y brillante, en mi cara el adusto  y ofuscado gesto, dejo paso a la sonrisa y  la alegría y el tiovivo de  mi existencia volvió a girar, al ritmo de ese carrusel alegre y festivo.

Las nubes se fueron apartando, el sol primero tímidamente, se fue abriendo en el horizonte al tiempo que iba  decorando de color las calles y plazas,  la gente como por efecto de  experimentado prestidigitador fue cambiando sus grises indumentarias, por alegres  y vistosos ropajes, y la carcajada y  los alegres cánticos de los niños jugando en la plaza, fueron nuevamente la banda sonora de la existencia, renacida.
Mi alma se elevaba, como si de la profundidad de un largo y oscuro pozo se estuviera liberando, y tras un rápido vistazo al pasado, sacudí mi cabeza, deseché todo atisbo de tristeza y pesimismo, y aferrándome a la esperanza, a las nuevas posibilidades, a la VIDA, di pasos firmes, de modo inseguro pero con decisión, vi alejarse la oscuridad, caminé a veces entre tinieblas, otras entre  luminosa y atractiva claridad, pero al final con fortaleza, graduamos  nuestra propia luz, iluminamos nuestro camino, y con esfuerzo, el camino se fue haciendo firme y protector; a cada paso, un nuevo color aparecía en mi existencia y a lo lejos tras pasar el puente de la desdicha una suave y pertinaz música empezó a acompañarme.
 Atrás deje campos yermos, pero al cruzar  un nuevo puente un horizonte tapizado de  rojas amapolas inyectó de fuerza y pasión a mis venas, alterando nuevamente mi ritmo cardiaco.

Volví la mirada atrás, nuevamente la inseguridad me invadió, por instantes mi sangre se congeló en las venas ,  el pánico casi  nuevamente  llego a paralizarme, pero al levantar la mirada dos alegres golondrinas cantaron a mi alrededor, para emprender  un par de metros por delante de mí  la dirección del sendero que debía  de encaminar.

Entonces lo comprendí, entonces, por fin  las nubes desaparecieron del horizonte y la fuerza natural de la vida, la misma naturaleza, como si de un automatismo  mágico se tratara, me  dirigió, resurgiendo definitivamente de  mi prolongado letargo.
                                                              


Anduve con decisión, salté vallas, baldeé ríos y subí escarpadas montañas, pero  el pensamiento era claro, no importaba el esfuerzo, las oportunidades estaban en algún sitio, y antes o después  se cruzarían conmigo y por fin estaría EN EL SITIO ADECUADO, EN EL MOMENTO OPORTUNO.